El pasado 23 de abril, día de
Sat Jordi, día de los enamorados en Catalunya y otras partes del mundo mundial,
Mamá Vader tenía que trabajar.
Como mucha gente.
Y como mucha gente, hizo lo que
muchos, saltar el último escalón, pero ella no fue consciente de este salto (digámoslo
así, por decirlo de forma suave hacia el resto de “ovejas” o “borregos” del
metro), cayó y se rompió el pie. Rotura limpia. Pero aun así, fue a trabajar,
como buena Mamá Vader.
Al final regreso a casa pasando
por urgencias, pensando que sólo era un leve esguince, como mucho.
Papá Vader le ha regalado una
rosa, una rosa que le durará más de un mes.
Papá Vader.