Hace
unos meses me llegó la noticia de que un club de rol quería hacer una Macrojornada
de Rol. Hoy me entero que hace más de quince días que ha sido cancelada. Los
motivos que dan: que la gente no se ha apuntado, no han pagado la entrada
anticipada, mucha gente les ha dicho “me gusta” por Facebook (normal, de lo
último que nos debemos fiar es de los “me gustan” del Facebook), y lógicamente al
final les han fallado el crowdfunding (necesaria para sobrevivir el evento).
Esta noticia
me apena y mucho, pero no me pilla en absoluto de sorpresa.
Espero
que no hayan tirado la toalla y que en breve podamos oír que vuelven nuevamente
a la carga con el proyecto.
También
espero que hayan aprendido de los errores cometidos. Y no, no es la culpa de la
gente que no ha comprado las entradas con anticipación, que la gente no ha
puesto dinero en el crowdfunding, que la gente les ha fallado, que
la gente no tienen palabra. Esa es la escusa que usan para sentirse bien,
quedar bien delante de “poca” gente y no reconocer que el error es de
organización, de concepto de base, de creación del evento. Es la escusa que
usan todas las organizaciones de eventos cuando el trabajo iniciado queda en un
punto muerto, en una vía sin salida, en un “no querer retroceder ante nada”. Es
la típica escusa para echar pelotas fuera y que otros sean los que se sientan
mal, culpables de algo que no han hecho, no sentirse fracasados.
Pero
seamos serios. Esto no me pilla de sorpresa ya que no son ni los únicos ni los
primeros que les pasa, ni serán los últimos, desgraciadamente. Gente con muy
buena intención tienen una idea genial, muy buena; intentan tirar adelante con
el proyecto cueste lo que cueste, haciendo muy buenos contactos, consiguiendo
motivar a un grupo de gente valida que se convierte en el motor de la
organización, con una idea genial, muy buena idea,…
Pero
desgraciadamente sólo se queda en eso, en la idea.
Hace muchos
años, hace ya casi 30 años, cuando estudiaba diseño en La Escola Massana (aunque
estoy orgulloso de donde estudié, realmente no importa mucho la escuela, si no
la enseñanza), nos enseñaban constantemente que la idea es el origen, lo
primigenio, el inicio; y sólo quedaba trabajar la idea, pulirla, hacerla
convincente, aceptable, convertirla en algo sólido, algo atractivo, para que la
gente lo comprase. Y en eso se basa todo lo que el género humano hacemos: en
vender la idea… después de trabajarla.
Hace
muchos milenios, un campesino quería vender su trigo y tubo una brillante idea
¿y si nos comemos el grano no como grano sino como pasta? Esta es la idea
original. Los siglos fueron pasando y la humanidad paso del trueque a la
moneda, a la compra, a la venta. El campesino quería ganar monedas y con el
trigo, poco se podía hacer, Fue a su amigo el amasado y tubo una nueva idea ¿y
si ofrecemos la pasta de otra manera? Entonces empezaron a trabajar en la idea;
y de ella salió la pasta cocida en el fuego. Pero poco tiempo después, ya habían
muchos que fabricaban la pasta y la cocían al fuego, por lo que pensaron
nuevamente y decidieron ofrecer la pasta cocida en horno; sabia decisión. Pero
volvió a salir nuevamente competencia. Y después de mucho trabajar la idea de
la idea, de la idea, de la idea, de la idea,… nos podemos encontrar las
múltiples variaciones de pan que podemos encontrar en una panadería; pan y
bollos de todo tipo forma y sabores, sabores para cada gusto, momento y precio.
¿Y con
ello que quiero decir? Tener la idea de hacer un evento en la que se ofrece un
local para que la gente vaya a divertirse, ni es novedosa, ni diferente, ni nueva,
ni tan siquiera es una idea trabajada. Es como tener un campo de trigo, tener
la idea de vender el trigo de forma diferente e intentar convertirlo en una
masa cocida al fuego, cuando en la panadería tenemos de todo, en base a la masa
fermentada, y más sabroso.
¿Dónde está
el secreto de un buen evento? En trabajar la idea a conciencia, en ofrecer
todas las posibilidades posibles.
Si me permitís
os voy a hacer un pequeño esbozo de que “podría” ser que llevase un evento, y pondré
uno de Rol, que para mí es muy fácil de explicarlo como ejemplo (y si no me lo permitís,
es lo mismo).
Un
grupo tiene la idea de crear un evento, una jornada de rol durante dos días, en
la que puedan acudir diferentes clubs a jugar partidas de rol, de wargames, de
juegos de mesa, de cartas,… El club, si les das el espacio, no vendrá.
No
vendrá porque es lo que hace todos los fines de semana en su club y sin pagar
entrada. Por consiguiente hay que darle algo más. No sólo el espacio y las
mesas, no. Se le debe dar un incentivo para que empiecen a comprar las
entradas, a aportar en el crowdfunding,
a cumplir con su promesa.
Por ejemplo. Se puede ofrecer el precio de la entrada junto con un
descuento si se adquiere meses antes del evento, o/y se puede añadir un “premio”
por hacer eso, sea una carta, una miniatura o “veteasaberquenarices”; pero el
mismo importe de la entrada 6 meses antes que si se adquiere el mismo día… Se
debe tener en cuenta que organización podrá disponer de un dinero que no posee,
antes del evento; ¡pues que menos que agradecérselo con un premio!
Recuerdo que hace un año, cuando realizamos un crowdfunding, ofrecíamos
premios como chapas identificando a los donadores como mecenas del evento, entradas
a un espectáculo gratis, o simplemente con una camiseta exclusiva. Aquí lo
mejor es meterle mucha imaginación y conseguir cosas de bajo coste que pueda
ser atractivo, como dados conmemorativos exclusivos para los mecenas, una jarra
de cerveza exclusiva o con el logo del evento, un parche para el ojo,… ¡Imaginación
al poder! Y como decía, se llegó a lo previsto, por los pelos, pero se
consiguió.
También decir que como el crowdfunding
ha sido tan ampliamente utilizado y mal utilizado, la gente está muy hasta el
gorro de este sistema, por lo que cada vez más es más difícil convencer a la
gente a que colaboren con este sistema de financiación.
Otro ejemplo, y uno de los más importantes, es ofrecer actividades a
los futuros asistentes, que les sea atractivo. Se puede llamar a un historiador
para que de una charla sobre los estandartes durante la época napoleónica en el
reinado de “Pepe botella” (José Bonaparte, para los desconocedores del mote), u
otro que hable de la santa inquisición, como introducción a unas partidas o
torneo oficial de Aquelarre (idea gratis para el que lo quiera!!!), o un
concurso de pintado rápido de miniaturas en 2 horas, o un torneo de D&D 4ª
edición (y si posteriormente se consigue que sea oficial, ¡gol!), y así podría
continuar hasta cerca de una hora.
Y, cómo no, ofrecer la oportunidad de que puedan venir clubs como entes
colaboradores, que serán anunciados en los carteles y otras muestras de
publicidad, como son los blogs, webs, páginas de FB,… a cambio de que monten lo
que quieran, con la entrada gratis para todos los miembros de la entidad de
colabores, o simplemente haciéndoles la gestión de intermediario con la empresa
del juego, para conseguir premios o para los asistentes a esas partidas, o para
los directores de las partidas.
Pero lo que nunca se debe hacer es ofrecer el local, cobrar una
entrada, hacer un crowdfunding,
y no ofrecer absolutamente nada desde el principio. Ese es el inicio de un
fracaso estrepitoso, anunciado desde el nacimiento del evento.
Lo dicho al principio, espero que estos organizadores que anulan su evento hayan aprendido de
los errores cometidos. Y dejen de culpar a la gente que no ha comprado las entradas
con anticipación, a la gente no ha puesto dinero en el crowdfunding, a la gente les ha fallado, a la gente no
tienen palabra. Esa no sirve ni de justificación e impide el aprender y solventar
los errores para que no vuelvan a aparecer. Asumiendo los errores, no sólo no
nos convertimos en fracasados, sino que al admitirlo, nos convertimos en
triunfadores, en especial para la siguiente ocasión.
Debemos
aprender a no echar pelotas fuera, sino a solucionar nuestros propios errores.
Siempre es la mejor opción.
Saludos.
Papá
Vader.
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