Como
ampliación del anterior artículo, sobre el “breve” resumen del libro “Gente Tóxica”, del psicólogo argentino
Bernardo Stamateas, he decidido escribir estas 4 líneas adicionales.
Una de
las cosas que el libro en cuestión nos indica constantemente y nos avisa, es
que necesitamos aprender a hablar y a darle valor a cada palabra que
pronunciamos, ya que realmente las palabras tienen el poder de construir, pero
también de destruir; dependerá de nosotros cuáles elegiremos para comunicarnos
(mmmm… muchos de nosotros debemos empezar a aprender… y yo el primero…).
Mahatma
Gandhi decía “un ‘NO’ pronunciado con la
más profunda convicción es mejor y más grande que un ‘SÍ’ enunciado sólo con el
propósito de complacer o, lo que es peor, de evitar un problema”. También
es sabido que decir este ‘NO’ nos puede convertir, en boca de los tóxicos, en
personas desagradables, insensibles, encorsetados, dinosaurios y, en
definitiva, en monstruos dictadores que deseamos que todos hagan lo que queramos.
En múltiples
escuelas de dirección de empresa y de liderazgo, en sus correspondientes cursos
y Masters, nos insisten en que “el arte
de liderar no está en decir ‘SÍ’, sino en saber decir ‘NO’. Muchas veces no
logramos decir ‘no’ cuando deseamos hacerlo y sabemos que deberíamos”. Y
para superar esta dificultad debemos:
• No idealizar a nadie: al
idealizar a la otra persona la estamos colocando en una posición por encima de
nosotros mientras nosotros nos hacemos más pequeños, haciéndonos vulnerables y quedando
expuestos a recibir heridas. Si conectamos con otra gente, debe ser de igual a igual, porque ponerse "arriba
de" es un acto de soberbia y "por debajo de" habilita a que los
otros decidan humillarnos.
• No reaccionar mal ante las
palabras de la gente: Las personas que pronuncian esas palabras se llaman,
en psicología, tóxicas. Diferentes tipos de personas tóxicas:
• El ofendido: es el que con una palabra
o conducta nuestra se ofende y de esa manera manipula. Trasmite el mensaje: "Según
cómo te comportes, yo estaré o no", para que los demás quedemos pendientes
de lo que haga o decida hacer.
• El que tira la piedra y corre: es el
que pasa, tira un misil y sigue de largo porque lo único que está buscando es nuestra
reacción.
• El que triangula: es el que "va y
viene", nos sumerge en el medio de una discusión que no nos corresponde para
que tomemos partido y salgamos en defensa de alguna de las partes
• El psicópata: es el que felicita y
descalifica al mismo tiempo.
• El reaccionario: le gusta discutir,
criticar y buscar que nos sumemos a él para hacernos perder tiempo.
Para no reaccionar ante las palabras de esta gente, debemos aprender
a:
• No esperar nada de nadie:
si ponemos las expectativas en la gente, sólo obtendremos frustración, porque
un día responderá bien y otro día mal. No existe nada más variable que las
emociones humanas.
• No compararnos con nadie:
no nos comparemos ni permitamos que nos comparen porque no necesitamos ser como
nadie. La persona con problemas de estima vive comparándose: "tú tienes
marido, hijos y yo no", "tú trabajas tanta cantidad de horas pero yo
trabajo más".
• No "fusilar" a los
demás: no tomemos como personal lo que nos digan otros: "Alguien me
dijo que aquel dijo que el otro habló mal de mí." Si te rechazan, no lo
asumas como personal.
• No valorar el dolor:
debemos identificarnos con la felicidad y con el éxito, no con el dolor.
• No ponerse de víctima: decidamos
qué sentir, qué pensar y qué hablar. No entreguemos el poder de nuestros sentimientos
a los demás, porque si lo hacemos, seremos un títere en sus manos.
• No querer cambiar a nadie:
La mejor manera de que el otro cambie es no queriéndolo cambiar.
"La forma como comunicamos el "no" y el hecho mismo de hacerlo,
determina la calidad de nuestra vida". No tengamos miedo a perder ni a
dejar de ser aceptados o amados o tenidos en cuenta por saber decir un
"no" certero y eficaz a tiempo.
Los tres grandes dones de un "no positivo":
1. Crea lo que necesitamos:
por cada "sí" importante es necesario decir mil veces "no".
2. Protege lo que valoramos:
el "no" positivo nos permite establecer, mantener y defender los
límites críticos.
3. Cambia lo que ya no funciona:
digámosle "no" a la complacencia y el estancamiento de todo lo que
hagamos.
En este libro insisten constantemente en una
cosa: saber escuchar resulta mucho más eficaz que hablar sin parar. Algo que
por mi profesión tuve que aprender hace mucho tiempo. Y es una de las mayores
verdades inamovibles del ser humano. Podemos utilizar cientos de palabras y no decir absolutamente nada. “Muchas palabras nunca indican sabiduría” (Tales de Mileto). “Es un necio quien pudiendo decir una cosa en
diez palabras, emplea veinte” (Giosué Carducci).
Sólo cuando alguien sabe qué decir y qué hacer, se convierte en una
persona sagaz. Sagacidad no implica hacer trampa, no es ser listo, sino que es
la capacidad de ser conscientes de las oportunidades que tenemos alrededor
nuestro para sacarle el máximo provecho. La sabiduría no se aprende, se
entiende.
Necesitamos aprender a escucharnos primero a nosotros mismos, para así
poder ser entendidos por los otros.
Cuando hablemos no lo hagamos por emoción, ni por sentimiento, ni para
expresar una opinión ligera, hablemos porque lo que hemos de decir será un
canal de comunicación y resolución. Hablar no significa imponer nuestra verdad
"cueste lo que cueste" -y de estos últimamente nos encontramos muchos-,
sino expresar nuestra perspectiva y dar a conocer nuestro mensaje. Una vez
dicho esto, los otros serán libres de aceptarlo o no. No dejemos que nuestras
palabras nos condenen ni condenen a otros, nos juzguen o enjuicien.
E.E. Cummings decía: "Ser sólo tú mismo, en un mundo que hace lo
posible, noche y día, para hacerte semejante a los demás, significa librar la
batalla más difícil que cualquier ser humano pueda librar". Le otorgamos tanto valor a la opinión ajena,
le volcamos tanto afecto, que cuando no recibimos la devolución que esperábamos
nos sentimos defraudados. Entonces lloramos, nos deprimimos, creemos que se nos
cae el mundo y que no podremos confiar en nadie más. Sentimos que nos clavaron
un puñal por la espalda y nos olvidamos de que en ese vínculo intervinieron
personas ante las cuales tomamos la decisión de develarles nuestra alma.
Todos, sin excepción, cometemos errores. Y como sucede con todo error,
lo mejor es que cuando ocurra aprendamos que las relaciones interpersonales
necesitan tener un límite. Nadie podrá avanzar sobre ti, si no le das autoridad
y poder para hacerlo.
El límite muchas veces es entendido por los otros como una actitud
antipática de nuestra parte; sin embargo aplicarlo nos evitará muchos malos
momentos. Sólo cada uno de nosotros podrás decidir quién entrará a nuestro círculo
social más íntimo. Poner límites a nuestras relaciones personales no sólo nos
va a ahorrar dolores de cabeza sino que también nos proporcionará la libertad
que necesitamos para tomar aquellas decisiones que nos acercarán cada vez más a
nuestros sueños. Es más agradable estar al lado de aquel que nos da soluciones
o aporta ideas que de aquellos que generan problemas.
Toda persona que desee establecer relaciones interpersonales sanas
necesita:
• Tratar bien al otro.
• Brindar la atención que el otro merece, sea quien sea y el cargo que
ostente.
• Establecer los límites necesarios que demande cada tipo de vínculo.
• Conectarnos con lo bueno y lo mejor de cada persona: eso nos
permitirá jugar el partido en equipo. Estamos en la era de los equipos, los “llaneros
solitarios” sólo ganan batallas en los antiguos comics.
Los heridores profesionales.
Demasiadas personas a menudo consideran que haber obtenido un master o
un postgrado, o haber alcanzado un cargo de privilegio las habilita para
lastimar, subestimar y desestimar otros en público. Son personajes tóxicos que
a diario se empecinan en hacernos difícil nuestro diario vivir: "Si yo no
puedo ser feliz, tú tampoco", retumba como eco en sus mentes. No viven ni dejan
vivir.
Estos se caracterizan por:
• Siempre tienen piedras en la
mano: Son personas que estarán esperando la oportunidad en la que cometas
un error para hacértelo notar y demostrar ante los demás que, si no hubiese
sido por ellos, tu error hubiera desprestigiado a la empresa o hubiese puesto
en peligro la ejecución de algún proyecto. Como es de esperar, harán su corrección
en público. Estas personas sólo logran aumentar
su figura si el otro merma o es descalificado, de lo contrario no
saben cómo hacerse notar.
• Siempre vigilan, esperando
que lo malo suceda: Son aquellas que tarde o temprano nos pasarán factura
por el favor o la palabra o la conexión que nos ofrecieron. Esta gente que vive
y disfruta del fracaso y del dolor ajeno para poder brillar y tomar
protagonismo. Pronosticarán que si algo nos salió bien, pronto va a desatarse alguna
catástrofe. En su vocabulario no se encuentran las palabras:
“perdón”, “disculpas”, “lo siento”. Sus decisiones son inmutables e
inamovibles, sea cual sea el efecto que sus palabras o sus actos puedan
producir en otros.
Lo mejor que podemos hacer es evitar al máximo el contacto con este
tipo de gente, resguardando así nuestra estima y nuestras emociones.
Hay personalidades tóxicas que anhelan todo lo que tenemos: y se
alegran de nuestras desgracias o dificultades. Se trata de personas que no
pudieron encontrar un sentido, un rumbo a sus vidas, y deciden revolotear como
murciélagos, tratando de chupar nuestra sangre. No son arquitectos de su propio
destino, sino que deciden recorrer el trayecto que nosotros hemos elegido caminar,
seres dependientes. Quizás su
apariencia sea la de personas con rasgos de superioridad, de autoridad, de
poder, de alta estima, de capacidad; sin embargo, sus actitudes y los
resultados que han obtenido, los ponen al descubierto, denotando todo lo
contrario, gente que viven con miedos y frustraciones.
Por último indicar que:
• Sólo cuando cada uno de nosotros podamos ayudarnos a nosotros mismos,
estaremos en condiciones de ayudar a los demás.
• No debemos concentrarnos en las personas, centrémonos en los
objetivos.
Y eliminar de FB a esta gente, es un gran comienzo.
Saludos.
Papa Vader
¡A desintoxicarnos todos!
ResponderEliminarMás bien "centrémonos en el camino". Cómo andarlo equivale a lo que explicas en tu artículo "¿Aburrido por no conseguir tus metas?"...
ResponderEliminarse notan los años de experiencia, desde donde esto que escribiste aquí, también genial, te empezó a abrir las puertas; a ser el verdadero "hacedor" de tus pensamientos y de tu expresión, tanto en palabras como, seguro, que de tus propios actos.
Solo podemos ser responsables de lo que somos y hacemos uno mismo (responsabiliqué? -jejeje)
y, en efecto, las personas tóxicas se caracterizan esencialmente por no aceptar ninguna responsabilidad propia pero busca incansable culpar a los demás.
Es muy, muy difícil, desasirse de ciertos tóxicos muy elaborados y ladinos... en especial de los manipuladores, y casi imposible de los manipuladores psicópatas; hasta tal punto de hacerte creer que son incluso tus abnegados benefactores. Y, ay, cuando decides alejarte de ellos... nadie te creerá, con lo "buena gente" (como se dice en mi tierra) que es con todos...
Pero, tú también sabes que cuando aprendes a estar en tu sitio (como bien describes, ni por abajo, ni por encima) llega el momento de no temer a la verdad y alejarte sin miedo (aunque nadie más le venga bien ver esa verdad)
Gracias por tus escritos Papá Vader