He visto que
hay quien lleva chapas de identificación militar colgando del cuello (donde si
no…), a la vista y no ocultas entre la ropa, como los que enseñan sus trofeos
de guerra.
En la antigüedad,
los guerreros que regresaban victoriosos de sus contiendas, llevaban a la vista
los trofeos de la guerra, bien fuese la cabeza de su contrincante, bien las
riquezas de este, o ambas cosas.
Hoy podemos
ver a jóvenes imberbes, o con cuatro hileras de hormigas en la cara, llevando artículos
militares, como si los hubiesen sudado con su esfuerzo marcial, llevándolos con
el mismo orgullo que los guerreros en la antigüedad. Y si les preguntas el
porque lo llevan, son capaces de repetir aquello de que “la vida es una guerra en
la que debemos sobrevivir cada día”. Repiten en la mayoría de los casos, sin
tener ni idea de lo que significa. Repiten en la mayoría de los casos, sin
sentirlo de verdad. Repiten en la mayoría de los casos, sin saber que es una
guerra.
Ha pasado ya
mucho tiempo, pero mucho, mucho, desde que Papá Vader volviese del ejército.
Pero aun recuerdo como los padres de estos jovencitos imberbes, o los padres de
sus padres, me miraban con desaprobación, con descaro e, incluso, con asco, por
llevar lo mismo, la chapa de identificación a la vista o la ropa militar puesta, algo que no se veía para nada en España.
Los tiempos cambian, ya que si es alguien de la
familia que lo lleva, bien visto debe ser para todo el mundo. Y pobre del que
le reproche a su niño de llevarlo puesto. Orgullo “mal puesto” de padre, que le
vamos a hacer. O los tiempos han cambiado o lo que tenían era envidia por no
atreverse a llevarlo ello. Incluso hoy en día, lo llevan sus hijos o nietos,
pero nunca se lo pondrán ellos. Supongo que miedo/verguenza a que le digan lo
mismo que ellos han dicho a cientos que iban de la misma forma…
Recuerdo que
cuando volví del ejército (Ups, me acabo de poner en modo “Abuelo Cebolleta”
contando batallitas, vaya que sí), no podía llevar la chapa de identificación a
la vista, ni la militar (que desde que me la dieron en el 84 hasta hoy, no tenido
necesidad de quitármela, más cuando lleva información útil en caso de
accidente), ni la personal; esta última es necesaria para mi, ya que soy alérgico
a muchas cosas (algo que a los militares no les importó ni lo más mínimo, ni
que tuviese las alergias ni que llevase una segunda chapa al cuello). Pero a la
gente de a pie, parece que en ese momento, a finales de los 80, fuese un
insulto llevar colgado al cuello algo diferente que un crucifijo. Y llevar un
Ankh (o Anj) como llevaba, como sigo llevando a mis 50 tacos, desde los 16 añito que me lo
puse por primera vez a mi cuello, ni te cuento, que primero me llamaban “moro”
y ahora “adorador de lo satánico” (pues sí, como cambian los tiempos, oiga!).
Por cierto un Ankh, es también conocido como cruz egipcia, y más recientemente,
por literatura juvenil mal informada, desinformada, o con ansias de inventar cosas nuevas, aunque sea el significado de las cosas, como cruz vampírica (animalitos…).
Lo dicho. Cuando
regresé de mi estancia en el ejército, casi dos añitos de nada, traje conmigo
mis propios Trofeos de Guerra. Más que de guerra, se haber sobrevivido a la
experiencia. Me traje el uniforme verde oliva y el mimetizado completo, que aun
hoy sigo usando de vez en cuando. Y ya no te digo las botas, el ceñidor, la riñonera,…
Si llevar a
la vista las chapas de identificación era tildarte de “mamarracho” y “fantasma”,
llevar una chupa militar de color verde oliva por la calle, era llamarte de “facha”
para arriba, como poco; y si la que te ponías era la mimetizada, ya ni te cuento,
que me han llegado incluso a escupir. En cambio hoy en día, que un joven lleve
material militar, o símil, está incluso bien visto socialmente.
Recuerdo que
cuando regrese me encontré con un antiguo compañero de juegos del barrio, y se
sorprendió verme con la chupa verde oliva puesta encima y me preguntó si
pertenecía a Fuerza Nueva o algo por el estilo (partido ultra facha de la época). Casi 30 años más tarde, veo que
va con su hijo adolescente vestido con pantalones mimetizados y al preguntarle con sarcasmo cómo
es que le deja ir con eso (a veces soy un poco toca narices, que le voy a
hacer), me contestó con que llevarlo era algo natural y que “era absurdo que
antes no te dejasen ir con esta ropa”. No me puse a reír, ya que me dio más
lástima que otra cosa. Como cambia el discurso de la gente, cuando el “Trofeo de Guerra” es de
un familiar, a cuando es de un extraño a la familia. Eso… o lo que tenía antaño
era otra cosa.
Pero esto,
hoy en día, pasa lo mismo con todo y con mucha gente.
Siempre hay
alguien que se adelanta a su tiempo y hace cosas novedosas. Cosas que son
repudiadas por amigos, conocidos y desconocidos, llegando a la burla y el
insulto. Te encuentras con gente que te falta el respeto, que cuentan bulos,
mentiras y difamaciones de ti. Si destacas un poco porque te lo has trabajado,
si te pones tu “Trofeo de Guerra” bien merecido, porque te lo has ganado con tu esfuerzo, te lo has sudado,
siempre te encontrarás con los que te tildarán de fantasma, fanfarrón y "mamarracho".
Pero la gran
mayoría de todos ellos, los que te han faltado el respeto, los que han contado
bulos, mentiras y difamaciones de ti, son los primeros que en cuanto pueden,
sin haber estado en la guerra, sin haber sudado por conseguir esas cosas, son
los primeros que se compran una cabeza cortada para colgarsela al cinturón la cabeza, como si de algun enemigo perdedor se tratara, los que
se cuelgan sus “Trofeos Fantasmas” al cuello, al igual que los que se cuelgan
las chapas de identificación militares, sin haber estado en el ejército. Y si sigo
poniéndome mis “Trofeos de Guerra” o alguien me alaba por seguir llevándolos,
estos “soñadores de trofeos”, vuelven a la carga recriminando lo que hago,
aunque sea lo mismo que ellos están haciendo actualmente, con la diferencia que
unos los hemos sudado y ellos, sólo soñado. Es la diferencia entre los que tenemos iniciativa, visión de futuro, y los que se mueven en masa borreguil; entre los que nos atrevemos y los no se separan de rebaño de borregos.
Mientras que
unos hacemos y se nos recriminan por hacerlo, otros sueñan con hacerlo y se
ponen los trofeos de lo que nunca han hecho.
Papá Vader
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