miércoles, 10 de octubre de 2018

Porque los buenos trabajadores se van de la empresa


Hace un tiempo leí una frase de Bill Gates: "Si veinte personas concretas dejaran Microsoft, la empresa quebraría".

Aunque hacer estas aseveraciones de un monstruo empresarial como Microsoft, y por uno de sus propios creadores, parece una “locura transitoria”, lo cierto que es muy real. Pero esto es así en cualquier empresa. Y la cantidad de personas que si se van pueden hacer quebrar la empresa, va en función del número de trabajadores que esta contenga.
Para una empresa de 25 trabajadores, si se van los 2 trabajadores clave, apaga y vámonos.

La realidad empresarial de nuestros días, y en especial en España, es que es difícil mantener a los buenos empleados, cosa que no debería ser así.

Si el gerente, el responsable de cada uno de los departamentos, no son capaces de hacer que los mejores trabajadores se interesen, no vamos a ser capaces de mantenerlos en nuestro equipo.
Aunque esto parece ser algo de sentido común, desgraciadamente no suele ser muy habitual.
Los resultados de una encuesta publicada en la Harvard Business Review revelaron que un tercio de los mejores trabajadores no se sienten a gusto con su jefe y están buscando un nuevo puesto de trabajo.

Afortunadamente, los mejores trabajadores no se van todos a la vez, sino que lo van haciendo de forma escalonada.
Michael Kibler lo llama caída de tensión, que consiste en que los empleados estrella van perdiendo su interés y su pasión por el trabajo.
"Este fenómeno es distinto al desgaste porque los empleados que lo sufren no parecen estar en una crisis", explica Kibler. "Parecen rendir bien: trabajan muchas horas, hacen su trabajo, contribuyen cuando se trabaja en equipo y en las reuniones dicen lo que todo el mundo quiere oír. Sin embargo, trabajan en un estado silencioso de agobio continuo y la consecuencia más predecible es que acaben dejando el trabajo".

Si queremos evitar esta situación y conseguir que estos buenos trabajadores se queden en nuestra empresa, debemos de empezar concienciándonos que los responsables de áreas, los de equipo y hasta el propio gerente, debemos responsabilizarnos, antes que nadie, de lo que hacemos y decimo; estas acciones no reconocidas contribuyen a la perdida de interés de nuestros colaboradores, nuestros empleados.

Existen unas interacciones que los responsables debemos evitar a toda costa, para que este interés en los trabajadores no vaya desapareciendo:
- Imponer normas ridículas. Aunque las empresas tengan un reglamento interno, una visión/misión a seguir, no se pueden imponer directrices a corto plazo o para imponer de forma estricta un “orden” en la forma de hacer su trabajo.
Una política de horarios exagerada, una elección de días de vacaciones impuesta, o cualquier otra norma encorsetada e innecesaria, pueden hacer que la gente se vuelva loca, que empiecen a despotricar y a procastinar.
Si un buen empleado siente que le están vigilando en demasía, se irá a trabajar a otro sitio.
- Tratar a todos por igual. Tratar a todos por igual, ni en el colegio funciona correctamente. En las empresas este planteamiento debe ser diferente, muy diferente.
Si la empresa trata a todos por igual (mismo sueldo, mismo trato burocrático, ninguna flexibilidad laboral de cualquier índole,…), hace que nuestros mejores trabajadores crean que se les trata igual que al más mediocre e incompetente de la oficina, por mucho que sean eficientes o eficaces en su trabajo.
- Tolerar un rendimiento bajo. Hay un dicho que dice: los grupos de jazz son tan buenos como su peor músico. Esto quiere decir que independientemente de lo buenos y armoniosos que sean el resto de músicos, los oyentes solo escucharán al peor.
Si en una empresa se permite que exista un trabajador deficiente, mediocre y, porque no decirlo, vago y sin aplicar ningún tipo de consecuencias, el resto de compañeros empiezan a hacer exactamente lo mismo, se contagian de esta “vaguitis aguda”, en especial a los más competentes, ya que saben que no tendrán reprimenda ni consecuencia alguna.
Esto suele pasar cuando los responsables de departamento se comportan como jefes y no como líderes, cuando no tienen la suficiente inteligencia emocional como para lidiar con los problemas de rendimiento de la plantilla.
- No reconocer los logros. Este es lo peor que pueden hacer los responsables de área departamento o equipo: no reconocer los buenos resultados realizados por los trabajadores.
Un simple gesto, como es una palmadita en la espalda y un “muy bien hecho, chaval”, se consigue motivar exponencialmente al trabajador. Pero parece ser que actualmente es algo “tabú”-
Todo el mundo quiere ser reconocido ante un trabajo bien hecho cuando se esfuerza y lo da todo; de pequeños se nos daba un caramelo cuando hacíamos bien las cosas, de mayores, no se nos da nada. Por ello, si recompensamos sus logros, le estaremos demostrando que le prestamos atención.
Los superiores del trabajados tienen que comunicarse con estos, para descubrir qué es lo que les hace sentirse bien (un aumento de sueldo o reconocimiento público) y para recompensarles por el trabajo bien hecho.
Y esto debería ser así con los trabajadores más competentes.
- No preocuparse por la gente. Debemos tener en cuenta que más de la mitad de los trabajadores que se van de la empresa lo hacen por la mala relación que tienen con su superior.
Los responsables deben celebrar los éxitos de sus empleados, mostrar empatía por los que lo están pasando mal, motivarlo y desafiarlos, aunque esto sea difícil.
Los “jefes” que no se preocupan por sus empleados suelen tener incompetentes y mediocres en su equipo, ya que los buenos trabajadores tienden a buscarse otro empleo.
Es muy imposible trabajar motivado las ocho horas al día, para alguien que no se involucra y que no se preocupa nada más que por los resultados... y si se preocupa por algo que no sea él.
- No informar del panorama general. Las empresas suelen considerar que ningún empleado debe saber que se cuece en las altas esferas de la empresa. Pero si no se informa del panorama general a los mejores trabajadores, estos se sentirán despreciados y “ninguneados”.
Los empleados estrella suelen cargan con más responsabilidades porque se preocupan de verdad por la empresa, así que su trabajo debería tener una finalidad. Si no saben cuál es, se sienten desmotivados.
Si no se les presenta un objetivo, lo buscarán en otra parte.
- No dejar que los empleados persigan sus pasiones. Google exige a sus empleados que pasen al menos un 20% de la jornada haciendo "algo que crean que beneficiará a Google al máximo".
Los trabajadores con talento son personas apasionadas y hay que proporcionarles oportunidades para que hagan lo que les apasiona, eso aumentará la productividad y la satisfacción laboral.
Pero la mayoría de los “jefes” quieren que sus empleados trabajen exclusivamente en lo que ellos les dictaminan, sin distracciones.
Estos “jefes” tienen pánico de que se produzca un descenso en la productividad si dejan a los trabajadores expandir su foco de atención y perseguir sus intereses. Y si este descenso se produce, pueden achacarlo a que no estaban concentrados en su trabajo y que han tenido “distracciones”.
Hay estudios que demuestran que los empleados a los que se permite entregarse a sus pasiones en el trabajo experimentan un estado de euforia que les hace ser cinco veces más productivos de lo normal.
- No hacer divertido el trabajo. Si uno no se lo pasa bien en el trabajo, es que las cosas se están haciendo mal.
La gente no lo da todo si no se divierte y la diversión es uno de los factores más importantes si quieres mantener a tus mejores trabajadores.
La idea es muy sencilla: si el trabajo es divertido, no sólo rendirás mejor, sino que también trabajarás más y se quedará más tiempo en ese puesto de trabajo.

En resumen:
Los responsables tienden a culpar de sus problemas de gestión a todo lo que se mueve, ignorando la realidad: la gente no quiere marcharse de su puesto de trabajo, lo que quieren es que se marche su “jefe”.

Afortunadamente, aunque lento, muy lento esto va cambiando.

Fuentes: