miércoles, 9 de enero de 2013

Libres de la Gente Tóxica



Como ampliación del anterior artículo, sobre el “breve” resumen del libro “Gente Tóxica”, del psicólogo argentino Bernardo Stamateas, he decidido escribir estas 4 líneas adicionales.



Una de las cosas que el libro en cuestión nos indica constantemente y nos avisa, es que necesitamos aprender a hablar y a darle valor a cada palabra que pronunciamos, ya que realmente las palabras tienen el poder de construir, pero también de destruir; dependerá de nosotros cuáles elegiremos para comunicarnos (mmmm… muchos de nosotros debemos empezar a aprender… y yo el primero…).



Mahatma Gandhi decía “un ‘NO’ pronunciado con la más profunda convicción es mejor y más grande que un ‘SÍ’ enunciado sólo con el propósito de complacer o, lo que es peor, de evitar un problema”. También es sabido que decir este ‘NO’ nos puede convertir, en boca de los tóxicos, en personas desagradables, insensibles, encorsetados, dinosaurios y, en definitiva, en monstruos dictadores que deseamos que todos hagan lo que queramos.



En múltiples escuelas de dirección de empresa y de liderazgo, en sus correspondientes cursos y Masters, nos insisten en que “el arte de liderar no está en decir ‘SÍ’, sino en saber decir ‘NO’. Muchas veces no logramos decir ‘no’ cuando deseamos hacerlo y sabemos que deberíamos”. Y para superar esta dificultad debemos:

No idealizar a nadie: al idealizar a la otra persona la estamos colocando en una posición por encima de nosotros mientras nosotros nos hacemos más pequeños, haciéndonos vulnerables y quedando expuestos a recibir heridas. Si conectamos con otra gente,  debe ser de igual a igual, porque ponerse "arriba de" es un acto de soberbia y "por debajo de" habilita a que los otros decidan humillarnos.

No reaccionar mal ante las palabras de la gente: Las personas que pronuncian esas palabras se llaman, en psicología, tóxicas. Diferentes tipos de personas tóxicas:

El ofendido: es el que con una palabra o conducta nuestra se ofende y de esa manera manipula. Trasmite el mensaje: "Según cómo te comportes, yo estaré o no", para que los demás quedemos pendientes de lo que haga o decida hacer.

El que tira la piedra y corre: es el que pasa, tira un misil y sigue de largo porque lo único que está buscando es nuestra reacción.

El que triangula: es el que "va y viene", nos sumerge en el medio de una discusión que no nos corresponde para que tomemos partido y salgamos en defensa de alguna de las partes

El psicópata: es el que felicita y descalifica al mismo tiempo.

El reaccionario: le gusta discutir, criticar y buscar que nos sumemos a él para hacernos perder tiempo.



Para no reaccionar ante las palabras de esta gente, debemos aprender a:

No esperar nada de nadie: si ponemos las expectativas en la gente, sólo obtendremos frustración, porque un día responderá bien y otro día mal. No existe nada más variable que las emociones humanas.

No compararnos con nadie: no nos comparemos ni permitamos que nos comparen porque no necesitamos ser como nadie. La persona con problemas de estima vive comparándose: "tú tienes marido, hijos y yo no", "tú trabajas tanta cantidad de horas pero yo trabajo más".

No "fusilar" a los demás: no tomemos como personal lo que nos digan otros: "Alguien me dijo que aquel dijo que el otro habló mal de mí." Si te rechazan, no lo asumas como personal.

No valorar el dolor: debemos identificarnos con la felicidad y con el éxito, no con el dolor.

No ponerse de víctima: decidamos qué sentir, qué pensar y qué hablar. No entreguemos el poder de nuestros sentimientos a los demás, porque si lo hacemos, seremos un títere en sus manos.

No querer cambiar a nadie: La mejor manera de que el otro cambie es no queriéndolo cambiar.



"La forma como comunicamos el "no" y el hecho mismo de hacerlo, determina la calidad de nuestra vida". No tengamos miedo a perder ni a dejar de ser aceptados o amados o tenidos en cuenta por saber decir un "no" certero y eficaz a tiempo.



Los tres grandes dones de un "no positivo":

1. Crea lo que necesitamos: por cada "sí" importante es necesario decir mil veces "no".

2. Protege lo que valoramos: el "no" positivo nos permite establecer, mantener y defender los límites críticos.

3. Cambia lo que ya no funciona: digámosle "no" a la complacencia y el estancamiento de todo lo que hagamos.



En este libro insisten constantemente en una cosa: saber escuchar resulta mucho más eficaz que hablar sin parar. Algo que por mi profesión tuve que aprender hace mucho tiempo. Y es una de las mayores verdades inamovibles del ser humano. Podemos utilizar cientos de palabras y no decir absolutamente nada. Muchas palabras nunca indican sabiduría” (Tales de Mileto). “Es un necio quien pudiendo decir una cosa en diez palabras, emplea veinte” (Giosué Carducci).



Sólo cuando alguien sabe qué decir y qué hacer, se convierte en una persona sagaz. Sagacidad no implica hacer trampa, no es ser listo, sino que es la capacidad de ser conscientes de las oportunidades que tenemos alrededor nuestro para sacarle el máximo provecho. La sabiduría no se aprende, se entiende.



Necesitamos aprender a escucharnos primero a nosotros mismos, para así poder ser entendidos por los otros.



Cuando hablemos no lo hagamos por emoción, ni por sentimiento, ni para expresar una opinión ligera, hablemos porque lo que hemos de decir será un canal de comunicación y resolución. Hablar no significa imponer nuestra verdad "cueste lo que cueste" -y de estos últimamente nos encontramos muchos-, sino expresar nuestra perspectiva y dar a conocer nuestro mensaje. Una vez dicho esto, los otros serán libres de aceptarlo o no. No dejemos que nuestras palabras nos condenen ni condenen a otros, nos juzguen o enjuicien.



E.E. Cummings decía: "Ser sólo tú mismo, en un mundo que hace lo posible, noche y día, para hacerte semejante a los demás, significa librar la batalla más difícil que cualquier ser humano pueda librar".  Le otorgamos tanto valor a la opinión ajena, le volcamos tanto afecto, que cuando no recibimos la devolución que esperábamos nos sentimos defraudados. Entonces lloramos, nos deprimimos, creemos que se nos cae el mundo y que no podremos confiar en nadie más. Sentimos que nos clavaron un puñal por la espalda y nos olvidamos de que en ese vínculo intervinieron personas ante las cuales tomamos la decisión de develarles nuestra alma.



Todos, sin excepción, cometemos errores. Y como sucede con todo error, lo mejor es que cuando ocurra aprendamos que las relaciones interpersonales necesitan tener un límite. Nadie podrá avanzar sobre ti, si no le das autoridad y poder para hacerlo.



El límite muchas veces es entendido por los otros como una actitud antipática de nuestra parte; sin embargo aplicarlo nos evitará muchos malos momentos. Sólo cada uno de nosotros podrás decidir quién entrará a nuestro círculo social más íntimo. Poner límites a nuestras relaciones personales no sólo nos va a ahorrar dolores de cabeza sino que también nos proporcionará la libertad que necesitamos para tomar aquellas decisiones que nos acercarán cada vez más a nuestros sueños. Es más agradable estar al lado de aquel que nos da soluciones o aporta ideas que de aquellos que generan problemas.



Toda persona que desee establecer relaciones interpersonales sanas necesita:

• Tratar bien al otro.

• Brindar la atención que el otro merece, sea quien sea y el cargo que ostente.

• Establecer los límites necesarios que demande cada tipo de vínculo.

• Conectarnos con lo bueno y lo mejor de cada persona: eso nos permitirá jugar el partido en equipo. Estamos en la era de los equipos, los “llaneros solitarios” sólo ganan batallas en los antiguos comics.



Los heridores profesionales.

Demasiadas personas a menudo consideran que haber obtenido un master o un postgrado, o haber alcanzado un cargo de privilegio las habilita para lastimar, subestimar y desestimar otros en público. Son personajes tóxicos que a diario se empecinan en hacernos difícil nuestro diario vivir: "Si yo no puedo ser feliz, tú tampoco", retumba como eco en sus mentes. No viven ni dejan vivir.



Estos se caracterizan por:

Siempre tienen piedras en la mano: Son personas que estarán esperando la oportunidad en la que cometas un error para hacértelo notar y demostrar ante los demás que, si no hubiese sido por ellos, tu error hubiera desprestigiado a la empresa o hubiese puesto en peligro la ejecución de algún proyecto. Como es de esperar, harán su corrección en público. Estas personas sólo logran aumentar

su figura si el otro merma o es descalificado, de lo contrario no saben cómo hacerse notar.

Siempre vigilan, esperando que lo malo suceda: Son aquellas que tarde o temprano nos pasarán factura por el favor o la palabra o la conexión que nos ofrecieron. Esta gente que vive y disfruta del fracaso y del dolor ajeno para poder brillar y tomar protagonismo. Pronosticarán que si algo nos salió bien, pronto va a desatarse alguna catástrofe. En su vocabulario no se encuentran las palabras:

“perdón”, “disculpas”, “lo siento”. Sus decisiones son inmutables e inamovibles, sea cual sea el efecto que sus palabras o sus actos puedan producir en otros.



Lo mejor que podemos hacer es evitar al máximo el contacto con este tipo de gente, resguardando así nuestra estima y nuestras emociones.



Hay personalidades tóxicas que anhelan todo lo que tenemos: y se alegran de nuestras desgracias o dificultades. Se trata de personas que no pudieron encontrar un sentido, un rumbo a sus vidas, y deciden revolotear como murciélagos, tratando de chupar nuestra sangre. No son arquitectos de su propio destino, sino que deciden recorrer el trayecto que nosotros hemos elegido caminar, seres dependientes. Quizás su apariencia sea la de personas con rasgos de superioridad, de autoridad, de poder, de alta estima, de capacidad; sin embargo, sus actitudes y los resultados que han obtenido, los ponen al descubierto, denotando todo lo contrario, gente que viven con miedos y frustraciones.



Por último indicar que:

• Sólo cuando cada uno de nosotros podamos ayudarnos a nosotros mismos, estaremos en condiciones de ayudar a los demás.

• No debemos concentrarnos en las personas, centrémonos en los objetivos.



Y eliminar de FB a esta gente, es un gran comienzo.



Saludos.

Papa Vader

2 comentarios:

  1. Más bien "centrémonos en el camino". Cómo andarlo equivale a lo que explicas en tu artículo "¿Aburrido por no conseguir tus metas?"...
    se notan los años de experiencia, desde donde esto que escribiste aquí, también genial, te empezó a abrir las puertas; a ser el verdadero "hacedor" de tus pensamientos y de tu expresión, tanto en palabras como, seguro, que de tus propios actos.
    Solo podemos ser responsables de lo que somos y hacemos uno mismo (responsabiliqué? -jejeje)
    y, en efecto, las personas tóxicas se caracterizan esencialmente por no aceptar ninguna responsabilidad propia pero busca incansable culpar a los demás.
    Es muy, muy difícil, desasirse de ciertos tóxicos muy elaborados y ladinos... en especial de los manipuladores, y casi imposible de los manipuladores psicópatas; hasta tal punto de hacerte creer que son incluso tus abnegados benefactores. Y, ay, cuando decides alejarte de ellos... nadie te creerá, con lo "buena gente" (como se dice en mi tierra) que es con todos...
    Pero, tú también sabes que cuando aprendes a estar en tu sitio (como bien describes, ni por abajo, ni por encima) llega el momento de no temer a la verdad y alejarte sin miedo (aunque nadie más le venga bien ver esa verdad)
    Gracias por tus escritos Papá Vader

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